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Ser o no ser satánico.

by Lord Teoretic on Nov.22, 2009, under




Hace poco un amigo mío me preguntó si ya me había vuelto, en efecto, un satánico (¡¡¡¡Por cierto saludos desde lo más profundo del abismo, Ángel!!!!). Ello me puso a reflexionar acerca del significado del satanismo y de sus propias vertientes o expresiones, incluido, entre ellas, el Heavy Metal.
Tengo que confesar que yo no soy una persona religiosa, y mucho menos, de religiones. No soy hombre de creencias, sino más bien de creaciones. Yo no creo (en el sentido de creer), sino que más bien Yo creo (en el sentido de crear): yo soy creador, antes que un creyente. [Por eso me gusta escuchar, tocar, cantar, vivir, soñar y hasta morir Black y Death Metal, y componer mis propias rolas del género, pues esta música me ha abierto las puertas para liberarme y moverme dentro de su género sin atadura alguna].Y por ello detesto la religión, la odio, me repugna y enoja, luego entonces, detesto a cualquier tipo de religión, desde el paganismo burdo y primitivo que se practica en remotas regiones como África, o aquí mismo en México, con los grupos nativos originales que han conservado, aparentemente, intactas sus creencias religiosas desde épocas prehispánicas; hasta las más elaboradas y complicadas creencias o rituales religiosos masivos, como el Hinduismo y el mismo Cristianismo.
Pero no detesto a la religión o las religiones por considerar, como muchos otros, que es un medio de manipulación masiva o de envenenamiento de masas, o de destrucción del alma misma, o algún otro pretextillo, que aunque esté bien fundamentado, a veces es más bien un simple cliché. Por el contrario, mis motivos son más puros, prácticamente nací sin ser o pertenecer a alguna religión. Y con el paso de los años de mi vida me di cuenta que entre la religión y Yo ocurría muchas veces lo que ocurre entre un gato y un león, que se ignoran realmente el uno al otro. La religión para mí no es muy importante porque no es algo que esté constantemente permeando mi vida diaria. No me involucro en ella porque ella no se involucra conmigo. Pero al momento de enterarme cómo es que se ha llevado a cabo la religión, o cómo es que se ha consolidado en cuanto religión, o ya en última instancia, cómo ha tratado a la humanidad a lo largo de su historia (tanto del hombre como de la religión), allí es cuando siento asco y desprecio por ella. Su historia está cargada de todo lo contrario de lo que en realidad predica, que es la paz y la reconciliación (sobre todo si pensamos en el contexto en que la religión, en cuanto tal, fue instaurada aquí en México, hace casi 500 años, durante la conquista), y promueve más bien la degeneración humana, en lo humano mismo exagerado, al inculcarse como algo dado, como algo no creativo sino sólo fabricado por otro.
A mí no me gusta someterme a lo que yo mismo no he creado, e incluso si he creado algo, eso mismo no se somete a mí, ni yo a ello, sino que vivimos ambos en completa y recíproca libertad simbiótica en la que nos necesitamos pero podemos modificarnos sin hacernos daño. Y del mismo modo en que no creo en la religión, así también detesto las leyes y no creo en ellas, antes bien yo creo mis propias leyes. Y si pensamos que la religión no es más que un puñado de leyes sobre creencias muy extravagantes sobre la reconciliación de un algo externo y sobrenatural con otro algo interno y muy natural, y con ello, muy mundano o despreciable por apelar a fuerzas humanas nativas pero deleznables para ese otro sobrenatural, entonces las leyes y la religión no son más que lo mismo, o son un binomio que actúa a la par para regular lo irregulable, para controlar lo incontrolable, para tener control de aquello de lo que no pueden tener control de sí mismos (aunque la batalla se ha visto perdida por esto último incontrolable, a lo largo de los años), para destruir lo que no se fabrica por ellos mismos, para someter a los que se crean a sí mismos, para aniquilar lo eternamente creador y creativo de sí.

Pero ¿y esto qué tiene que ver con el satanismo? Supuestamente el satanismo es ya una religión (o así lo es ya en Estados Unidos, pues fue registrada en los años 60 por el mismo Anton LaVey como una religión oficial), y supuestamente algunos de sus preceptos son “haced lo que queráis”, o “vive bajo la ley de la naturaleza” (o de la “carne” según haya interpretaciones), los cuales bien pueden confundirse con ser una persona su propia creación, o ser total y efectivamente creativa y con ello no someterse a nada ni nadie, sino más bien ser sólo bajo sus propios lineamientos. El satanismo no adora, sino que sólo representa, no hace rituales o misas sino sólo para burlarse de su némesis vinculatoria o para jugar a la magia de hacer cosas que los demás no vean a simple vista. Además, sus normas no son restrictivas, sino que simplemente sugieren pero no imponen; incluso el hombre, para el satánico, no es una creación de dios, sino sólo un animal más entre todos, sólo que más, se podría decir, oportunista y advenedizo que cualquier otro animal. Con ello se puede entender que el satánico hace lo que se le da su gana, y que no hay leyes o reglas para él sino las que se hace a sí o las que asume por el hecho de ser satánico. Pero esto se adereza con un toque especial, el del terror, o sea, el de la adoración a una entidad maligna que hace que el mundo sea un caos. La perspectiva cristiana de la religión se ha encargado, no sólo de adjudicarle sino de promover, en el satanismo, este terror, cual cuentos para asustar a niños, con el fin de mantener a raya al creyente, motivo por el cual todo aquello fuera de las normas impuestas es no sólo extraño sino odioso a la conducta cristiana y a los ojos de su dios, el más grande extraño a sí y a todos, en toda la historia de lo arcano.
En realidad, el satanismo no es una religión en el sentido estricto de la palabra, el de la adoración de lo extraño suprasensible, sino que es solamente una conducta religiosa, en el sentido en que vuelve a vincular al hombre para consigo mismo, lo vuelve a entrelazar no sólo con su esencia o lo que dice que ha de ser, sino también con sus actos, ya que éstos son los que han de definir el ser del hombre, y al hacerlo un dios de sí, en realidad sólo lo está haciendo responsable de qué tan propia o impropia llega a ser su pequeña existencia. La creatividad, en el satanismo, sirve para hacer ver al hombre que es dueño de sus actos, antes del hecho de que vea la aparente libertad de hacer lo que se de le su gana. ¡¡Pero la creatividad no está sujeta al satanismo, ni a cualquier religión, sino que está por encima de cualquiera de ellas!! Y este es el motivo por el cual en el buen satanismo, el Diablo, o Satán es sólo la representación de lo que ha de parecer para el hombre lo que quisiera hacer de su existencia. Por el contrario, el mal satanismo, o Diabolismo según yo lo he nombrado, sí tiene que ver estrictamente con seres de otras dimensiones (bajas dimensiones) a las que se les tiene que rendir pleitesía y sacrificios, con el fin de que cumplan favores o realicen comuniones; este mal satanismo cae en la misma perspectiva que la de su némesis, el cristianismo, al creer que hay otro externo al cual es necesario llegar. En tal caso la represetación es llevada radicalmente al mismo extremo que el cristianismo, o sea, al de la representación mecánica de pautas y reglas con el fin de agradar a ese otro externo, y con ello impide nuevamente la creatividad, promoviendo exclusivamente la sujeción.
Si ese algo externo, que se ha apropiado el Cristianismo, para hacerlo su propio dios al par que para hacerlo el enemigo del mismo, impide que haya fuera de sí gente creativa, y si al hecho de apropiarse y arroparse en la creatividad lo llama satanismo, entonces yo sí sería un satánico. Pero no soy un satanista o diabolista, es decir, alguien que adore a un ser o seres extraterrenos e inframundanos y que los adorne con ofrendas de cualquier tipo. Es más ni siquiera me adoro a mí mismo, no soy narcisista, sólo soy yo mismo, y creo que esta es la conclusión a la que cualquier buena persona con principios debe llegar, independientemente de si es religioso o creyente, o no lo es. Pero el buen satanismo no se trata de adorarse a sí mismo, a pesar de imponerle al hombre su propia divinidad al hacerlo a sí mismo el dios que debería tener, sino que se trata de ir en contra de reglas que sujetan antes que liberan dentro del propio ser y la esencia de cada persona. El buen satanismo se trata de llevar las cosas en paz con el mundo y con los otros, sólo que desde un enfoque distinto al cristiano.
Muchas bandas de heavy metal que se dicen satánicas, en realidad siguen ya sea el canto y el juego de la adoración al Diablo sólo con el fin de asustar o de ir en contra de las reglas, o sólo tratan de ser ellos mismos a partir de la libertad que les otorga el ser satánicos. Y los más radicales, los satanistas, elaboran cantos o ofrendas para esas entidades para invocarlos y crear más terror e impiedad a este mundo de por sí ya afectado por esos menesteres. Personalmente, creo que muchas bandas que presumen de ser satánicas, en realidad no lo son tanto, y usan el satanismo como pretexto para ser creativos (lo cual nos lleva a otro problema: si sólo siendo satánicos se revelan creativos, entonces ¿qué sería de ellos sin el pretexto del satanismo?).
Nuevamente, he de decir que no soy un satánico, en un sentido religioso, o sea el de seguir regla por regla una conducta que me vincule a algo, porque no necesito ningún vínculo hacia nada. Pero sí me resulta interesante para su estudio el buen satanismo, que sugiere una nueva forma de conducta pacífica, más bien pagana que diabólica, y que se remonta a siglos y siglos de conducta pagana o arcana previa al cristianismo. Con el Diabolismo, no afirmo ni niego su existencia, al igual que con el Cristianismo (o de cualquier otra religión), ni de aquello a lo que adoran, pero creo que es más correcto el “ser yo mismo”, para mí y para quien ya lo haya averiguado por sí, que mantener, como siempre, una conducta gregaria ante lo extraño e impuesto de forma ajena. Yo por mi parte, prefiero seguirme a mí mismo, que me conozco muy bien, y seguir siendo el arcano mitológico que aprecia y crea, antes que creer y despreciar.

Para terminar, aquí un breve repaso de las normas de conducta satánica:
1. No des tu opinión o consejo, a menos que te sea pedido.
2. No cuentes tus problemas a otros, a menos que estés seguro que quieran oírlos.
3. Cuando estés en el hábitat de otra persona, muestra respeto o mejor no vayas allá.
4. Si un invitado en tu hogar te enfada, trátalo cruelmente y sin piedad.
5. No hagas avances sexuales a menos que te sea dada una señal de apareamiento.
6. No tomes lo que no te pertenece a menos que sea una carga para la otra persona y esté clamando por ser liberada.
7. Reconoce el poder de la magia si la has empleado exitosamente para obtener algo deseado. Si niegas el poder de la magia después de haber acudido a ella con éxito, perderás todo lo conseguido.
8. No te preocupes o te quejes por algo que no te concierne.
9. No maltrates a los niños.
10. No mates animales, excepto para alimentación o para defenderte.
11. Cuando estés en territorio abierto, no molestes a nadie. Si alguien te molesta, pídele que pare. Si no lo hace, ¡destrúyelo! .

Y aquí algunos puntos representativos de su filosofía:
1."Satán", para los satanistas, no es un dios ni tampoco un ser pensante, sino simplemente una imagen simbólica de la fuerza que controla y mantiene el equilibrio de todo el universo. Vivir como satanista quiere decir entonces, vivir según las reglas de la naturaleza, buscando satisfacción material, emocional e intelectual.
2.Disfrutar la vida lo más intensamente posible, pero de una manera responsable, es decir, sin olvidar las lecciones del pasado y sin dejar de considerar las consecuencias de nuestros actos.
3.Desarrollar al máximo las habilidades personales.
4.Tratar a las demás personas de la misma manera que ellas lo tratan a uno, en otras palabras, ser bondadoso con los que nos ayudan, pero implacable con nuestros enemigos.
5.Toda persona debe aceptar las consecuencias de sus acciones. Sólo se debe ayudar a los que realmente lo merezcan. los parásitos sociales deben ser abandonados a su propia suerte y los criminales deben ser castigados con la misma severidad con la que perjudicaron a sus víctimas.
6.Respetar a los animales y matarlos sólo en casos de defensa propia o para usarlos como alimento.
7.No hay nada sobrenatural. El universo entero consta solamente de materia y energía, pero existen fenómenos y tipos de energía que la ciencia moderna no ha podido aún explicar y que forman el fundamento de la auténtica magia satánica.
8.Al ser el satanismo una filosofía extremadamente individualista, se deduce que un satanista debe juzgar a otras personas sólo con base en sus virtudes y defectos de carácter personal, pero NUNCA con base en su raza, nacionalidad, estado de salud, sexo o la religión de sus antepasados.
9.Los satanistas respetan las leyes de los países en que viven, siempre y cuando éstas no atenten contra las libertades personales, y rechazan cualquier tipo de conducta criminal o asocial.
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